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viernes, 9 de octubre de 2015

Disfruta y borda

¿Y esto que haces ahora qué es?. Normalmente esta es la pregunta que más me hacen cuando empiezo un nuevo trabajo cuyo destino final no es un cuadro.
  
Tradicionalmente el punto de cruz se quedó muy encasillado en su funcionalidad, un porcentaje muy elevado de los diseños iba dirigido a bordar cuadros hiperrealistas, accesorios de cocina y baño, o escenas y dibujos de tono infantil muy apropiados, estos últimos, para enriquecer canastillas o hacer un regalo más personalizado a las futuras mamás.
Así es como yo empecé también, trabajando estos diseños y atesorando esquemas que aún quedan en la lista de “pendientes”,  y que cuando el ánimo lo requiere vuelven a mis bastidores.
Pero ... las posibilidades que ha abierto el mundo digital en este terreno son infinitas y yo, como muchas de vosotras, también he sufrido esa curiosidad sin límite que nos hace saltar de página en página a golpe de “click”, buscando nuevas creaciones y composiciones.

Y dentro de estas tendencias, a las que ya  me encuentro más cercana actualmente, se encuentra este diseño de guardagujas, guardatijeras y alfiletero que he bordado según el diseño Eugénie que firma Atalie.

No es que sean diseños más modernos, más bien al contrario, ya que en muchos casos recuperan motivos y composiciones antiguas que la huella del oficio de tantas bordadoras, vocacionales o no tan vocacionales, ha dejado en las telas.
La sutileza de muchos de estos trabajos nos inspira a bordar  por un puro impulso emocional que te arrastra a hacer ese trabajo tuyo.
Unas veces te enamoras de los hilos, otras de las telas, otras del diseño y la mayoría de las veces del conjunto de todos estos elementos.
Por estos motivos y por la cantidad de horas de disfrute que nos proporcionan, la repuesta a la pregunta: “¿Y esto qué haces ahora qué es?”, debería ser: “esto sirve para guardar agujas, tijeras y alfileres, pero verdaderamente forma parte de mi espacio personal, lo hago porque me gusta hacerlo, y porque después me encanta que forme parte de mi colección”.


Siempre digo que la cabeza me va más rápida que las manos, pero eso no es malo.



La combinación de esa inquietud por abordar nuevos proyectos y la lentitud y paciencia que requiere su realización  forman una equilibrada pareja de ocio.



Últimamente nunca tengo un sólo trabajo empezado, siempre hay  varios que voy cogiendo y dejando según me apetece.

Creo que es una práctica común entre todas a las que nos apasionan estas tareas.

Me niego a tener que buscar una utilidad directa a todo lo que hago y me niego a cerrar las puertas a la curiosidad en cualquiera de las facetas que en mi vida pueden aportar nuevos horizontes.


Así que mi consejo es: Tened los ojos y mentes muy abiertas, porque seguramente nuestro trabajo más bonito todavía esta por llegar.




 Y sobre todo: "Disfruta y borda".
 Feliz fin de semana a todos.

jueves, 17 de septiembre de 2015

De inspiración floral



Uno de los regalos que tuve las navidades pasadas fue un precioso toallero de madera con su hueco específico para adaptar uno de mis trabajos.
Esta vez no tuve que pensar mucho para saber cuál sería su destino final: enmarcar un bonita corona de flores silvestres. Es la segunda vez que elijo un diseño de Kazuko Aoki y de la misma publicación “Wild flowers”.

 
Nuevamente ha sido un acierto, porque el resultado final es el que yo buscaba: sencillo y armónico.

Todos los trabajos de bordado sobre flores de esta diseñadora me encantan, son muy sutiles  y elegantes en sus combinaciones
 Desde siempre me ha gustado incluir diseños de este estilo en mis trabajos  y, por eso, de vez en cuando apuesto por las flores para mi tiempo de ocio.
Este pequeño mueble ya forma parte del entorno mediterráneo que podéis apreciar en las fotos que me han servido de marco para ilustrar esta crónica.

No podía ser de otra manera, allí tiene su sitio adecuado y contribuye a añadir “algo bonito” que ayuda a hacer tus espacios más personales.
 
 Cómo podéis intuir, mi regalo de navidad fue un acierto y Carmen “dio en el clavo”  sugiriendo su posible destino.
 La cámara también se enamoró de este trabajo y no tuve que andar mucho para encontrar escenarios adecuados para este relato.
 Hasta un curioso gato se acercó sin ningún recelo a ver que se cocinaba detrás de tanto interés por un trozo de madera.
En la ciudad no es fácil reunir un pequeño ramillete de flores campestres, que junto a un jarrón improvisado, alegre cualquier espacio de nuestra casa. Por eso, como podéis ver,  no desaprovecho los lugares y momentos que el borde del camino me ofrece esta posibilidad.
 Animo a todos que os asomáis a  mi ventana día a día a poner alguna flor en su vida, bordada, pintada, regalada, cultivada o simplemente recogida en el campo. Hoy yo os enseño parte de las mías.
 
  
Feliz mes de septiembre!!!

martes, 25 de agosto de 2015

Un bolso al que le gustan los trenes


Estoy muy contenta con el bolso de viaje  que he cosido siguiendo las instrucciones y consejos de su creadora Francesca Ogliari.

  Es un diseño de su libro “Vuelta a casa” y se llama “Mary Poppins”.

Lo descubrí por primera vez en el artículo de un blog y me faltó el tiempo para poner en orden todos los utillajes necesarios para su confección.
Tenía las telas a buen recaudo en espera del proyecto adecuado, así que nada más que lo vi sabía que la colección “Blueberry crumbcake”, de Blackbird Designs, de la que compré un charm pack y alguna tela suelta, sería la opción ideal para abordar esta aventura.
 Ha  resultado  ser un poco más laborioso de lo que inicialmente me pareció. Pero, como siempre, ha merecido la pena.
Completar acabados como las asas, colocar la cremallera y recomponer el puzzle del bolsillo interior han sido los detalles finales del proyecto.

Una vez ensamblado y encajadas todas las piezas ya estaba listo para su función principal: ser un compañero fiel de viaje.
 Su interior puede transportar todo lo necesario para cualquier tipo de trayecto.

 Estratégicamente colocados tres botones exteriores varían su tamaño, adaptable en función de las circunstancias y necesidades.
Otra de las cosas que llamó mi atención de este bolso fue el precioso escenario elegido por su autora para presentarlo en sociedad. No puede evitar establecer el paralelismo con otro enclave muy familiar para mi: la estación del tren de Sóller.
Así que una vez acabado,  mi objetivo principal  fue hacer las fotografías  para esta crónica en el centenario ferrocarril. 
En  el andén me encontré con un amable empleado que no puso ninguna pega a mis intenciones, y este es el resultado de una placentera mañana de agosto en la que la fotografía y las telas se convirtieron en las protagonistas absolutas.
 Para los que no conozcan este enclave, el ferrocarril de Sóller se inauguró el año 1912 y recorre un trayecto de 27,3 km que une Palma de Mallorca y Sóller.
Además, desde 1913 funciona el tranvía de Sóller, que une , a través de 4,9 km, el municipio balear con el puerto de Sóller.
Se trata de un tren con encanto, hoy utilizado con fines turísticos principalmente, que se caracteriza por el mantenimiento artesanal y detallista de antiguo material ferroviario y por el singular paisaje que atraviesa.


Todo esto se completa con una preciosa estación.

En el vestíbulo, alberga dos inesperadas exposiciones de Miró y Picasso, pintura y cerámica, que hacen las delicias de los miles de visitantes que diariamente se agolpan en sus aledaños a la espera del tranvía que pone rumbo al puerto.
El viaje de este bolso no termina aquí, de momento hace una pausa en un emblemático café local en espera de más destinos y muchas rutas por descubrir.


Disfrutad de cada pequeño detalle de vuestros viajes y sed felices allí donde estéis.

jueves, 23 de julio de 2015

Un guiño al pasado en forma de bolso


Los cuadraditos de ganchillo, conocidos en el idioma universal como "granny square", se han puesto de moda. Tanto es así, que incluso exitosas marcas de moda se han atrevido a incluirlos en los modelos de sus colecciones y a aplicarlos incluso en bolsillos traseros de vaqueros dirigidos al público más joven.
Tienen un aire retro y vintage que permite todo tipo de coordinaciones. Desde las más monócromas y armonizadas a las más libres y coloridas en las que las estética permite combinar toda la gama de colores anárquicamente.

La historia de hoy comienza con  la adquisición de una revista que captó mi atención por el vistoso bolso que protagoniza su portada. Un diseño de Kristel Salgarollo llamado "Doux carreaux". Siguió una excursión a la tienda de lanas de barrio, un visita calmada en la que poder escoger colores, poner una madeja al lado de otra, conservar unas y descartar otras tantas.

Después, con todos materiales listos era el momento de empezar a "ganchillear", no es uno de mis fuertes, así que bolsa en mano comenzó mi tradicional tarde de domingo con mi madre. "Mamá, quiero que me enseñes a hacer este bolso", dije. Y así empezó mi clase particular. Tras un primer ensayo y aprendidas las nociones básicas mi  madre quedó encargada de su elaboración.

A sus 85 años le sigue encantando hacer labores, y en el fondo pensé que este proyecto era ideal para poner en valor la destreza que tiene con esta técnica. Pocas veces le pido que haga algo directamente, le dejo coger la iniciativa y que sea ella la que se ofrezca, así que desde el primer momento fue un bolso pensado para que ella le diese forma.


Como podéis apreciar no le tiene ninguna envidia al que aparece en la portada de "Quilt country".
En todo momento yo fui la encargada de la logística de materiales, así que una vez tejidos los "cuadraditos de la abuela", rebusqué entre mis telas y encontré esta marrón chocolate con florecitas, que le iba que ni pintada al conjunto.

Y de ella salió este precioso forro, que a modo de segundo bolso da consistencia al  trabajo y decora su interior. Mi madre también se encargo de coserlo minuciosamente y dejarlo ajustado al milímetro, es muy exigente con las terminaciones.

 Cómo es totalmente artesano, siguió "crocheteando"  hasta el asa de la bandolera.
Y tras encajar todo el puzzle y pulir los remates el bolso tomo forma. Ahora es el momento de recogerlo hasta que lleguen los primeros fríos que traerán la ocasión ideal para ponerlo en uso.
De momento ya ha salido a la calle y le va que ni pintado a las bicicletas. Por su tamaño puede ser utilizado como cartera y creo que ese será su destino final.
Las bicicletas son para el verano, dicen,  pero en Zaragoza se usan todo el año y mi bolso parece haber encontrado su hueco.
En este momento  mi cabeza ya anda rondando algún otro trabajo, y ¿por qué no con un capazo como protagonista?...

¡Disfrutad del verano y sed felices con vuestro proyectos!.